“LOS OTROS RICOTES QUE NO DESCRIBIÓ CERVANTES”
Sobre
la figura literaria del Morisco Ricote se ha escrito mucho, y en general muy
bien, por autores y plumas infinitamente mas doctas y ágiles que la del que les
habla. Al tendero amigo de Sancho se le ha
revisado desde todos los ángulos posibles. Podría decirse que no hay
mucho mas que decir acerca de lo que quiso contar Don Miguel de Cervantes sobre
la cuestión morisca dibujando en el Quijote tan sugerente personaje.
Pero
parece imposible acercarse al estudio de la cuestión morisca, sin ceder a la
tentación de ponerse las antiparras cervantinas y tratar de entender lo que vió
o pudo contar Cervantes sobre el panorama social de la España del tercero de
los Austrias españoles.
Y
llegados a este punto, hay que hacer notar que Cervantes no era un escritor que
escribiera informándose de situaciones y
personajes por referencias indirectas de
terceros, tampoco sobre los moriscos. Un lustro como preso en Argel, la campaña
como soldado en la guerra contra el Turco, su estancia en la
cosmopolita Sevilla y sus años en Esquivias, todo ello le debieron
proporcionar un conocimiento bastante profundo de las sociedades islámicas, y
de las carácterísticas de los propios moriscos españoles.
Conoce
por otra parte, con precisión, el carácter mestizo de la cultura manchega.,
impregnada, bajo la superficie dominante de la población cristiano vieja, con
rasgos culturales musulmanes y sefardies hasta la médula. Una Mancha castellana
por la que pululan de nuevo, después de la gran deportación de los granadinos
1571 y hasta en las mas pequeñas localidades, miles de moriscos y conversos,
bajo la mirada atenta de convecinos, inquisidores, autoridades y
párrocos.
Lo
primero que concita un cierto consenso entre los autores es el carácter arquetípico con el que es
concebido el personaje de Ricote. Muchos de los personajes del Quijote lo son,
sin duda. Pero en el caso de Ricote, parecen condensarse en pocas líneas, todos
los lugares comunes que repiten las
apologías de la expulsión y que debieron circular por los mentideros de la España cristiano vieja.
En el morisco Ricote hay una crónica histórica y también una crónica social. Un
relato obligadamente simplificado y
reductor, ( por sintético y
universalizante), de los acontecimientos y las causas que condujeron a
la Monarquía a decretar la expulsión masiva que sufrió el pueblo morisco entre
1609 y 1614 .
Esa
necesidad de síntesis, esa amalgama de tipos moriscos en uno solo, es la que da
lugar en Cervantes a un relato con flagrantes e inevitables contradicciones, que
para mas dificultad bascula entre la necesidad de reflejar en la novela las
consignas oficiales emanadas directamente de la Corona y la sintesis de una
realidad, la morisca, fiel a la aguda perspicacia con que observa el mundo.
Pues
siendo Ricote “El Morisco” por excelencia, en el relato en torno a su figura
intenta Cervantes, como veremos luego, aproximar a sus lectores a la realidad de todos los moriscos españoles ,
y por lo tanto, todas las realidades contradictorias y diferenciadas de los
moriscos valencianos, murcianos, castellanos antiguos, granadinos expulsos o
catalanes, son resumidas sintéticamente en una sola figura.
Si Ricote,
el de Esquivias, como otras decenas de miles de moriscos manchegos, tuvo un
origen granadino, debió ser concretamente uno de los moriscos de paces que
provenían del Valle del Almanzora en Almeria. Por su edad ( dice Don Miguel que
es algo avanzada), si no él mismo, con seguridad sus padres, debieron haber
vivido todavía como musulmanes en su propia tierra. Habría sufrido por ello
directamente junto a su familia, las secuelas de la Guerra de las Alpujarras ,
la consiguiente deportación a Castilla ,
el despojo de sus propiedades previo a un
terrible viaje, el reasentamiento en los pueblos de Castilla y los años
de recuperación de la economía familiar. Todo eso vivido en el curso de una
generación.
Es más
que dudoso que, siendo éste es el caso
de un Ricote granadino-manchego, si bien encajan con el personaje literario su
adaptación al mundo rural manchego, otros detalles quedan fuera de la lógica
pues, a mi juicio, pocos granadinos
habría diseminados por Castilla, que expresaran con tanta contundencia sus alabanzas
a la expulsión, haciendo suya además la acusación general a sus correligionarios
de conspirar contra la Corona, merecedores por tanto del duro castigo de la
expulsión.
Si
por el contrario, el Ricote cervantino era una alusión genérica, a los habitantes del Valle de Ricote, entonces
encajan mucho mejor en el personaje de la novela el grado de asimilación
lingüística y religiosa que muestran él ( menos) y su familia, y también sus críticas hacia sus propios
congéneres y sus alabanzas a la decisión de la Corona y a la eficacia de Lerma o del
Conde de Salazar. Por otra parte el apellido Ricote es tambien además de
granadino , murciano de ida y vuelta. Como ya mostro en su día Buenaventura
Buendía, el 31 de Diciembre en la Parroquia de Nuestra señora de Loreto de
Algezares se presentan Francisco Ricote y Juana García, granadinos que llevan a
bautizar a su hijo Francisco.
¿
Era Francisco Ricote el granadino murciano descendiente del mismo grupo que el
Ricote Cervantino, un miembro del grupo de moriscos del Valle de Ricote, que
emigraron a Granada en 1487 con el emir granadino
Abu-al-Hassan despobalndo el Valle?
Mas
probablemente, creemos, Cervantes unió ambas figuras, fundiendo el recuerdo de sus convecinos los Ricotes de Esquivias con
los actores del drama final del valle de Ricote, para crear de esa forma un
Ricote un tanto idealizado, prototípico. Por una parte tendero morisco, muy amigo de sus vecinos los
manchegos Panza (Gaona según Sabino de Diego) y por lo tanto manchego él mismo,
cristiano tibio pero orgulloso del catolicismo de su mujer e hija, asimilado lingüistico
y cultural. Pero por otra parte un Ricote que se resiste a la expulsión, a la
que ve como injusta aunque justificada. Una actitud que parece resumir los
acontecimientos del Valle de Rciote desde 1610 hasta 1614 y aun algunos años
mas allá.
Vemos
pormenorizadamente las carácterísticas de la cuestión morisca tal como a ven
Cervantes, Ricote y el propio Sancho en el Capitulo 54 de El Quijote
y en el desenlace de la historia suya y de su hija, que se relata en los
Capítulos 63 y 64 de la obra cervantina:
Cervantes
da fe de la existencia de una identidad, ( una nación se dice), morisca. Ricote
se considera él mismo y a su familia como Moriscos. Una identidad que va mas
allá de raza o religión, pero no por ello menos contundente. Pues no existen, como
cuenta Cervantes, problemas de lengua, ya que los Ricote hablan como buenos
ladinos que no denotan en su habla el menor acentto o error gramatical de los
que habitualmente se atribuían a los moriscos por parte de otros autores como
Lope, que toman a chanza los ceceos,
seseos y las construcciones gramaticales disparatadas propias del grupo.
Tampoco, sobre todo en el caso de su mujer y su hija Ana, existe un problema
religioso, pues ninguno de ellos se considera a sí mismo ni de lejos como
musulmán. Por el contrario, aunque Ricote se define como “tibio”, su familia es
firmemente católica.
Tampoco
parece que el ser morisco implique necesariamente ser poseedor de alguna característica racial visualmente discernible,
pues Ricote pasa por media España camuflado como peregrino alemán sin que sea detectado por las autoridades, que
persiguen a los moriscos que vuelven , por sus diferencias de color o aspecto
físico. De hecho en las descripciones físicas que se hacen en numerosos
testimonios de la época, como en el caso de los Manifiestos de los morisquillos
del Reino de Valencia, no son excepcionales los cabellos rubios, pelirrojos,
tez blanca u ojos azules, contradiciendo
el imaginario antimorisco de los moros
“africanizados” cetrinos de piel oscura y cabellos negros que aparecen en los
textos de sus detractores.
Una
factor mas de integración: Ricote es bien considerado por sus convecinos. No se
trata solo de la relación de vecindad y amistad
con Sancho, que podía ser una circunstancia ocasional. También en el
Capítulo 63, se cuenta que en el momento que se expulsaba a la hija de Ricote (
Ana Félix) todo el pueblo salió a impedir
que la partida de la joven. Tampoco la pública identidad morisca de Ana
Félix, resulta un obstáculo para que sea
requerida de amores y posteriormente casada con
Gaspar Gregorio, un mozo, hijo de caballero, bien situado de la sociedad
cristiano vieja.
En
premio a esas trazas de moriscos “buenos”, la respuesta de Don Antonio Moreno, del
general de galeras ( Valenciano, dice Cervantes) y del propio Virrey es la permanencia en España de Ricote y su
familia. Aquí Cervantes hace una crítica encubierta a las razones de la
expulsión. Pues si el motivo de la expulsión era la falsa cristiandad de todos
los moriscos españoles ,¿ No era de justicia que quienes probaran su fe
cristiana, como hacen los Ricote pudieran librarse del terrible exilio?.
Cervantes, como ocurre con otros muchos sectores de la sociedad y el clero
murcianos, tortosinos y de Ciudad Real, permite que Ricote se quede apoyándose en
la contradicción que representa una expulsión que se defiende indiscriminada y
colectiva por razones de fe, cuando en estricta
justicia, si aquel era el argumento de la Monarquía, las personas y familias sólo deberían haber
sido evaluadas individualmente.
Y
esta sutil crítica, no deja de entrar en contradicción con las varias ocasiones
en que Cervantes pone en boca de Ricote o su hija la conveniencia de la
expulsión,
“ …y
tales que me parece que fue inspiración divina la que movió a su Majestad a
poner en efecto tan gallarda resolución”…
y mas adelante en el Capítulo 65 “… el gran Don Bernardino de Salazar a quien
dio su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no
dádivas, no lástimas….como el ve que todo el cuerpo de nuestra nación está
contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa, que del
ungüento que molifica”
Pero
estas loas a la expulsión y a sus empecinados autores, que Cervantes pone en
boca de Ricote, parecen mas bien la mínima precaución que adopta el escritor para
poder hablar con mayor libertad de un tema tan conflictivo, sin concitar
sospechas inquisitoriales y eventuales castigos. Es, digámoslo claro, el
discurso del miedo. El mismo miedo que aflora en la negativa de Sancho a
acompañar a Ricote en la búsqueda del tesoro escondido del morisco, pese a la
prometida recompensa de éste arguyendo “ como por parecerme que hacía traición a
mi rey en dar favor a sus enemigos..”
Miedo
a contravenir las órdenes de las autoridades, que no convencimiento, pues si
Sancho estuviera convencido como dice de la justicia de la expulsión de su
amigo y vecino ¿ No sería igualmente coherente haberlo delatado, siguiendo la
misma lógica de no traicionar a su rey?.
No
es otro el discurso precavido que hace Sancho, cuando ha de certificar en
público las afirmaciones de Ricote ante el Virrey y el general: “… Bien concozco a Ricote y se que es
verdad lo que dice en cuanto a ser Ana
Félix su hija, que en otras zarandajas de ir y venir, tener buena o mala
intención, no me entremeto…
Cervantes
desdobla en estos pocos párrafos el discurso de un cristiano viejo cualquiera
ante el drama de sus convecinos: Comprensión,
cercanía y complicidad en privado y, cuando menos, neutralidad y distancia en
público. Posiblemente su postura estaba mas cerca de la posición de personajes
como Pedro de Valencia y de la realidad de cómo se vivió el impacto de la
medida en muchos lugares, que de la visión negra de los apologistas oficiales
de la expulsión.
Junto
a los “moriscos” integrados e injustamente expulsados, lo cuales “ doquiera que estamos lloramos por España,
que en fin nacimos en ella y es nuestra patria natural….. Cervantes señala
a los moriscos recalcitrantes, los propios cuñados de Ricote, el Tio Pieyo que
lleva a la mujer e hija de Ricote a Argel de buen grado, fino moro dice
Cervantes. Merecedor de la expulsión y gustosamente exiliado a Berberia. Los
que se marchan de buen grado son asimilados en la obra cervantina a los turcos,
tratados en el monólogo de Ana Félix de “Bárbaros” “codiciosos” y pervertidos
sexuales”. Argel representa ese otro mundo, una “antiespaña”, donde como dice la joven Ricota “ hicimos asiento como si lo hiciéramos en
el mismo infierno”.
Cervantes
toma una clara posición, mas política que ideológica frente al Islam, en aquel
momento representado por los Turcos y por los reinos de Berbería. No hay la
menor islamofilia en sus escritos en este sentido, como han querido ver algunos
autores. Pero mas dudoso resulta
interpretar la mención que hace Ricote a
la “libertad de conciencia” que se
vive en Alemania. Para algunos autores se trata de una alusión peyorativa,
atribuyendo a Cervantes la sinonimia entre “caos moral” y “libertad de
conciencia”, vista esta similitud desde el punto de vista de una catolicidad
sin resquicios en Don Miguel.
Pero pienso que, en este caso, es el propio Ricote
quien habla, mas que la conciencia cristiana de Cervantes. Para muchos
moriscos, desde los Bandos de Conversión obligada, la reivindicación política mas
radical frente a las disposiciones de la Monarquía y la persecución de la
Inquisición, era “la libertad de conciencia”, no con el significado de pleno
ejercicio moderno de las libertades públicas, pero sí opuesto a la unicidad
religiosa que se imponía poco a poco en toda Europa.Traducido en muchas
declaraciones de moriscos que recoge la documentación de la época “ en que los cristianos se salvan en su
religión y los moriscos en la suya “. Pedían los moriscos que les dejaran
buscar la salvación de sus almas en la religión (ley) de sus padres, lo cual,
aunque era a su juicio un programa político de mínimos, a juicio de la Iglesia
y la Monarquía era una reinvidicación de máximos inaceptable.
El
relato de la marcha de Ana Félix bajo la autoridad de su tío Pieyo, es otra de
las contradicciones de Cervantes, pues la peripecia del retorno clandestino de
Ricote tal como la relata Cervantes, deja entrever una variedad de situaciones
bien distintas al desenlace final del Capítulo del Quijote, donde permite que toda la familia permanezca definitivamente
en España,.
Ricote
relata a Sancho que “…es tan grande el deseo que casi todos
tenemos de volver a España, que los mas de aquellos, y son muchos,que saben la
lengua como yo se vuelven a ella y dejan allá a sus mujeres e hijos desamparados”.
Afirmación que casa mal con la que hace unas líneas antes refiriéndose a la
sabia decisión de Felipe III “…no porque
todos fuesemos culpados,que algunos había cristianos firmes y verdaderos, pero
eran tan pocos que no se podían oponer a los que no lo eran, y no era bien
criar la sierpe en el seno”.
Lo
cierto es que Cervantes se hace eco de que muchos moriscos vuelven, aunque por
lo que sabemos, no todos tienen la suerte de Ricote. Veamos lo ocurrido estos
otros Ricotes que no tuvieron espacio en la piel del personaje cervantino.
Gaspar
Hernández es también un manchego, morisco, granadino de origen como Ricote,
vive en Ciudad Real. Sabemos que está casado con Lucía Sánchez ,de quien el 18 de Febrero de 1601 nace su hija Beatriz.
Incluido en los bandos de expulsión aparece relacionado entre los obligados a
pagar las mitades de su hacienda por valor de 170. 587 maravedíes. Lo que era
una respetable cantidad, aproximada al cambio actual de unos 36.000 Euros. En
1613, a los 50 años de edad, es apresado en las costas de Ibiza en un barco
corsario, esclavizado y condenado a reconciliación por la Inquisición.
Gaspar,
expulsado en 1611, no tarda por lo tanto ni dos años en volver a España. Según
el relato de su acusación vuelve a las costas españolas a “hacer el corso”, pero…
¿A los 50 años?. Hemos estudiado las edades de otros moriscos esclavizados por
enrolarse en barcos corsarios berberiscos. No contaban con mas de 25/30 años.
Los mas de 20 a 25. Estamos convencidos de Gaspar volvía a España como pasajero
de un barco argelino que debía dejarlo en tierra española. Otro Ricote, pero
éste sin suerte.
Otros
Ricotes de los que no aparecen en El Quijote es Francisco de Madrid, que vive
en Medina del Campo, de origen granadino hijo de Francisco de Madrid, tratante
y reparador de hierros viejos y de Gracia Enrriquez , tiene otros cuatro
hermanos.
En
la relación de los moriscos de 1594, el oficial de la Inquisición señala que el
matrimonio “tiene otro hijo en Indias,
que se llama Francisco de Madrid”. Este Ricote de Medina del Campo, ni fue
expulsado, ni volvió a España, ni permaneció en ella. Se marchó a las Américas,
mostrando que una cosa es la ley y otra la necesidad perentoria de la gente para eludirla.
En
la relación de Moriscos del vallisoletano pueblo de Pozáldez, se da cuenta del
matrimonio entre Isabel Bravo morisca y su marido el cristiano viejo Pedro
Molón, padres de cuatro hijos, Pedro, Antón, Isabel y Maria Molón Bravo.
Los
hijos de la pareja fueron alistados como moriscos a todos los efectos del
registro inquisitorial, al igual que la madre. Sin embargo, dado el origen
cristiano viejo del padre, debieron ser exceptuados de los Bandos de Expulsión,
pese a su alistamiento, pues continuando con la investigación del destino de
esta pareja mixta tan poco frecuente, encontramos que el 30 de Julio de 1684 se
produce el matrimonio de Joaquin Molón en la Iglesia de Santa Maria y San Boal
de Pozádez. El padre del novio es Pedro Molón casado con Catalina Rodríguez.
Son con seguridad los descendientes directos hijos y nietos de aquelos
morisquillos de padre cristiano.
Estos
y otros muchos ejemplos que no relatamos por falta de espacio, muestran que en
la piel del personaje del Ricote, no pueden caber todas las tipologías y
casuísticas del pueblo morisco. Valencianos y granadinos que conservaban de alguna manera su fe islámica hablaban en
general el árabe y a su vez dominaban el castellano y aun el catalán.
Aragoneses, todavía muy islamizados, pero carentes de la herramienta
identitaria de la lengua árabe. Castellanos
que ya habían perdido el árabe y mantenían rasgos culturales islamicos muy
difuminados en trance de rápida desaparición. Y dentro de esos grupos, todas
las casuísticas posibles locales y personales.
Ricote
no podía ser mas que un arquetipo, no podía ser de otra forma.Cervantes quiso
hablar de un morisco que estaba en trance de dejar de serlo, y sin embargo
paradójicamente lo seguía siendo con toda nitidez, su presencia en El Quijote
inmortaliza al personaje idealizado, pero tambien a todos los demás fueran o no
de parecidos rasgos sociales.
¿Quiso
Cervantes decirnos que, Ricote, finalmente y cualesquiera que fueran sus
características, representaba un identidad morisca común, mas alla de las
disputas religiosas, lingüisticas o de costumbres?
Enrique
Pérez Cañamares
Doctor
en Geografia e Historia y Antropología
Centro
de Estudios Moriscos del Mediterráneo
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