martes, 10 de mayo de 2016

"LOS MORISCOS EN EL PENSAMIENTO HISTÓRICO Y SU LITERATURA".CONFERENCIA DICTADA POR D. MIGUEL ROMERO

"LOS MORISCOS EN EL PENSAMIENTO HISTÓRICO Y SU LITERATURA"
Por Miguel Romero Saiz
Doctor en Historia Medieval y Moderna y Cronista Oficial de la ciudad de Cuenca

El morisco es uno de los problemas más atractivos de nuestro pasado y, sin duda, crucial para entender la vida, la sociedad, la religiosidad y la economía del siglo XVI español.
Cada nueva generación de historiadores tiene necesidad de revisar el pasado; con ello nos sitúan ante las ideas y preocupaciones predominantes del momento que les ha tocado vivir. Está claro que un grupo marginado, tanto étnica como culturalmente como bien pudo ser el morisco, es un instrumento idóneo para la comprensión de una sociedad determinada en un espacio y tiempo concretos.
El morisco sufrió en sus carnes las tensiones de un imperio universal -como bien dice Miguel Ángel de Bunes- que se debatía en todos sus frentes, el inicio de la extinción del mismo, un cambio en la concepción religiosa católica, de las formas del Estado y el comienzo del agotamiento económico de la península ibérica.
Por esta y otras razones, el problema morisco ha sido referido constantemente en la literatura, por sus escritores de novela, ensayo y poesía y, por supuesto, por los historiadores del siglo XVI. La minoría ha sido estudiada desde los prismas más conservadores, dominados por el fanatismo religioso y la xenofobia, hasta los liberales, pasando por el marxismo y los economistas. Este hecho nos sitúa ante la evolución del pensamiento español, tanto sociopolítico como religioso, mostrando los diferentes modelos de sociedad que han imperado en la vida española.
La formulación del pensamiento en los investigadores y estudiosos va a depender también de los caracteres del pensamiento de cada época, la formulaciones teóricas y las opiniones, a favor, o en contra, sobre la minoría. Por ejemplo, la historiografía de los siglos coetáneos al problema, como fueron el XVI y XVII estará obsesionada por la consideración social y religiosa del cristiano nuevo, de ese convertido de moro, que se tendrá que enfrentar a esa lucha interior entre su deseo y su obligación. Aquí, siempre dan por supuesta esa "falsa conversión" y que el bajo escalón social que ocupan es debido a su origen. Esa razón hace que apenas le preocupe las consecuencias de las medidas tomadas respecto a ellos.
Sin embargo, los historiadores del siglo XIX se mostrarán más proclives a los ataques o defensas de la institución monárquica y a la política social y religiosa que lleva a la práctica. Por eso, estos estudiosos ven en la existencia de las comunidades que viven juntas un enfrentamiento racial, como reflejo de la lucha de dos mundos antagónicos separados por el Mediterráneo. La consideración social y un primer esbozo de las prácticas culturales de la minoría empezarán a ser dibujadas y se comienza a ser mucho más realista respecto a las consecuencias económicas de la expulsión decretada en 1609. (1)
1. DE BUNES, Miguel Ángel. "Los moriscos en el pensamiento histórico" Cátedra. Páginas 10-11
Por tanto, de lo que estamos convencidos es de que el problema morisco, tanto la guerra de las Alpujarras como la expulsión, es uno de los temas más repetidos en la literatura y en la historiografía de los siglos XVI y XVII. Una vez llevada a cabo la conversión, los cristianos nuevos serán un elevado contingente de población dentro de la realidad hispana del Siglo de Oro y eso demuestra la necesidad de su tratamiento. Por otro lado, el Imperio Español en ese momento enfrascado en el tema del dominio del Mediterráneo con el problema otomano o los deseos de los reyes para establecer la configuración de esa política, sobre todo, en tiempos de Felipe II, ayudan a predeterminar situaciones claras y convincentes sobre esta minoría.
Encontramos aquí tres historiadores que nos dejaron la crónica de los sucesos más importantes del momento en relación con esta minoría: Diego Hurtado de Mendoza y su "Guerra de Granada", relatando los sucesos a la manera de Tácito y Salustio; Luis de Mármol y  Carvajal con su "Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada", con una gran cantidad de datos etnográficos, desarrollando un profundo realismo y Ginés Pérez de Hita y sus "Guerras civiles de Granada", como relato novelesco de la sublevación.
Estos tres escritores o cronistas van a demostrar sus tendencias en pro y en contra del morisco. Tenemos que tener en cuenta que en este periodo se va a producir un hecho trascendente provocado por la deportación masiva de los moriscos granadinos a Castilla, extendiendo con ello el grave problema de convivencia y las tensiones entre cristianos y moriscos que acabará con la expulsión.
Lo curioso del caso, es que en la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII, ninguno de nuestros literatos más reconocidos romperá lanza alguna a favor de los moriscos. Tal vez, el lamento de Fray Luis de León, el insigne poeta conquense, al considerar un error su bautismo. Pero sin duda, Lope de Vega y Quevedo serán los más firmes detractores de ellos. Sus críticas constantes enaltecen al público que las lee, mostrando un odio constante hacia esos cristianos nuevos, sean Mendoza, Enríquez o Guzmanes, apellidos usurpados por ellos y así lo hace ver en su "Vida del Buscón Don Pablos", despreciándolos en todos los sentidos. Igualmente, el género de la novela picaresca está lleno de referencias a los moriscos, al igual que la literatura culta, ya que todo lo que aparecerá reflejado en la poesía, popular y culta, va en detrimento de este grupo marginado. (2)
2. GARCÍA DE ENTERRÍA; M.C. "Algunos aspectos socioeconómicos del siglo XVII reflejados en la literatura de Cordel." Cuadernos de historia económica de Cataluña, VI. Barcelona, 1971.
Sin embargo, varios de los críticos hacia la minoría y alabadores de la expulsión irán cambiando su opinión en los años posteriores. Incluso Cervantes, que introduce referencias a ellos en varias de sus obras, va modificando su opinión según van pasando los años. En la obra de "Los baños de Argel" y en el "coloquio de los perros" manifiesta una dura crítica, sin embargo, en el Quijote se producirá un replanteamiento del tema.
Que aparezca en esta obra el morisco Ricote en un hecho gratuito. Cervantes pretende con él representar a toda la minoría. Les sigue criticando por su avaricia (el regreso del morisco es debido a que se quiere desterrar un cofre repleto de monedas), pero su forma de verlos es opuesta a sus primeras obras citadas. En algún caso, Oliver (3) piensa que Miguel de Cervantes despierta el sentimiento de piedad hacia Ricote como símbolo de todos los moriscos. La unión entre Gregorio y Ana Félix constituye una prueba de que Cervantes pretende la unión de las dos razas. El perdón del visorrey es el perdón a todos los moriscos españoles. Ricote está visto a través de un cristal piadoso y humanístico que representa en todo  por la parte.
3. OLIVER, A. "El morisco Ricote" anales Cervantinos, V. Madrid, 1955-56
Oliver nos dice que los "moriscos del Valle del Ricote fueron los últimos expulsados de España. Este grupo estaba completamente asimilado a la cultura y religión cristiana. Aunque son deportados en 1614 volverán repetidas veces a sus tierras. Esta anómala situación será zanjada por Felipe IV que les permitirá quedarse definitivamente."
Calderón de la Barca, por ejemplo, se va a manifestar de otra manera y se va a diferenciar de munchos escritores de su época. Publica una comedia en la que la mayor parte de sus protagonistas son moriscos y cuya acción se desarrolla en plena guerra de Granada, bajo el título de "Amar después de la Muerte", donde hace una demostración de la simpatía que siente hacia ellos, hecho que ha determinado el que sea considerado por muchos, como el más claro defensor y amigo de ellos.
Sin embargo, tendríamos que tener en cuenta que la expulsión de 1609 sería una de las medidas más asombrosas y trágicas que se registran en nuestro pasado histórico. La deportación de los granadinos a Castilla había sido un parche a una situación difícil que se había ido agravando con los años, ya que el morisco pertenecía a una cultura diferenciada de la cristiana vieja, sus intereses políticos se encontraban más cercanos a los turcos y norteafricanos que a los imperiales de la monarquía austriaca y eso era un handicap insalvable porque el cristiano consideraba al morisco como un personaje herético, si aceptamos que su conversión fue válida, teniendo un carácter y unos modos de vida antagónicos al resto de los peninsulares. Por eso, de 1570 a 1609, la convivencia entre las dos comunidades se va rompiendo paulatinamente. El morisco es tildado de traidor y por tanto, su presencia, produce recelos en sus vecinos. De la híbrida posición de los cronistas de la Guerra de Granada pasamos a la toma de postura más iracunda de los defensores de la expulsión, esa historiografía apologética de Jaime Bleda, Damián Fonseca, Pedro Aznar Cardona, Antonio Corral, Vicente Pérez, Juan Ripoll y algunos otros.
4. DE BANES, M.A. obr. cit. páginas 29 y 30
La llegada de los Borbones al trono español provoca un olvido del problema morisco.  Tenemos que llegar, por tanto, al siglo XIX para volver a analizar este tema con suficiente rigor por los historiadores del momento. Ricardo García Cárcel nos dice que desde la época de la expulsión (1609) no habrá un tratamiento del tema hasta la llegada de la obra de Boronat en 1910 que constituirá, por cierto, la prueba de mayor beligerancia agresiva contra la minoría morisca.
Desde Florencio Janer hasta el citado Pascual Boronat se pensará que la expulsión de los moriscos supondrá la culminación de la unidad política y religiosa de España, aunque los diferentes estudiosos discreparán en el  procedimiento, oportunidad y consecuencias económicas acarreadas. De ahí, que este siglo XIX sea especial para esta minoría en su estudio sintomático y no podamos ni debamos meter en el mismo saco a todos los historiadores del XIX. Por eso, dejando de lado a los más apologistas detractores como Boronat habrá que analizar aquel sector conservador del liberal en un intento de diferenciar claramente sus conceptos y opiniones. Tal vez, lo más adecuado -siguiendo la opinión de Manuel Fernández Álvarez en su "Breve historia de la historiografía", Madrid, 1956- hay que distinguir tres grupos:
1.             Los historiadores que solo se dedican a enjuiciar las resoluciones de los monarcas de la casa de Austria, como el caso de Albert de Circour. Me viene aquí a la memoria, analizando la obra de este francés, la consideración que tiene del morisco como un español cuando afirma que "El amor a la patria fue lo que hizo decidir a todas las jóvenes del Valle del Ricote a casarse con cristianos viejos, con el fin de quedarse en España; algunos matrimonios se separaron, y entraron a profesar en los conventos. Otros tomaron partido por buscar refugio en las montañas y allí terminarían su existencia miserablemente; pero la contemplación del cielo bajo el que habían sido felices les consolaba de todos los sufrimientos del proscrito." (5)
5. BORONAT, P. "Los Moriscos españoles y su expulsión". Valencia, 1901. páginas 219. Tomo III.
2.             Los estudios basados en una fuerte base textual inédita, como las obras de Lea, Dánvila, Boronat y Janer.
3.             Las obras de historiadores que nos legan relatos literarios basados en hechos históricos reales. Estos escritores estarían influidos o pertenecen directamente a esa corriente romántica que se extenderá con fuerza a mitad del siglo XIX. Aquí, el más destacado sería Vicente Boix.
Tendremos que llegar a la Historiografía del siglo XX donde habría un periodo de olvido en sus primeros años a excepción de los trabajos de los arabistas como Pedro Longás, interesándose del tema, solo desde un punto de vista religioso. A partir del 1936 y la guerra civil, se mitifica el imperio español de los Austrias donde no interesa un grupo o minoría que pueda oscurecerlo pasando a un tratamiento de pueblo vencido.
Será, por tanto, en la década de los cincuenta del siglo XX cuando la cosa cambiará. Se acrecienta un interés elevado en el estudio de las minorías como marginados, iniciándose con los judeoconversos y luego centrándose en esa polémica generada entre Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro sobre la realidad histórica de España. La afirmación de que grandes figuras de las letras hispanos podrían haber sido conversos, tal es el caso de Luis Vives o Fray Luis de León, causaría una revolución en el mundo histórico del momento, extendiéndose una fiebre en esa búsqueda del origen converso de cualquier personalidad relevante de nuestro mundo. La historiografía de carácter polémico como había sido la del XIX daría paso a esta, del XX, con una visión más científica del problema ayudando a conocer y estudiar cuestiones de toda índole, abriéndose tres vías en su estudio: Los Annales, Joan Reglá y Caro Baroja.
Las palabras de Joan Reglá sintetizan la nueva óptica ante le problema: "...consuela pensar que el desplazamiento producido del historiador-juez por el historiador que aspira a comprender, ha de contribuir decisivamente a crear una atmósfera de comprensión entre los seres humanos."
Después que tres "monstruos" de la investigación como F. Braudel, H. Lapeyre y T. Halperin-Donghi se plantean abordar la temática como un conflicto de civilizaciones en un marco geográfico-político temporal y cultural determinado, haciéndolo como ese estudio del grupo morisco valenciano para el segundo y la sociología criticada del tercero; luego, en el morisco y la realidad histórica de España, con Américo Castro, para el que la expulsión fue provocada por algo más que intolerancia, competencia económica y torpeza gubernamental: para él, hay más bien que tener presente la estructura de la vida española y su manera de funcionar tan singular en cuanto a los valores creados y destruidos por ella; luego, Sánchez Albornoz para quien la expulsión sería inevitable y disminuye el peso de la población morisca expulsada, despreciando al morisco castellano por su reducido número; Caro Baroja y su estudio de los linajes para entender la sublevación granadina por esa lucha entre gentes educadas en un ambiente renacentista (moral laxa y la tolerancia como sello imborrable, gentes propias de la época) y luego el espíritu de la Contrarreforma, etc...; llegaríamos, por tanto, ahora -primera década del siglo XXI- cuando se aborda el problema desde la óptica de justicia y por ello atravesará su edad de oro en estas dos últimas décadas del siglo pasado y esta primera del presente. Se empieza a plantear como el enfrentamiento entre dos culturas diferenciadas, entendiendo que las dificultades de la vida cotidiana del siglo XVI son debidas a la existencia de dos concepciones religiosas diferentes y no por el antagonismo de dos etnias.

MOMENTO ACTUAL DE REVISIONISMO Y TRATADOS. CONGRESOS Y ESTUDIOS
LA LITERATURA SECRETA DE LOS ÚLTIMOS MUSULMANES DE ESPAÑA, de LUCE LÓPEZ BARAL
por María Dolores Rodríguez de Vera Mouliaà
EDITORIAL TROTTA. Madrid. 2009. 699 páginas.

CONGRESO INTERNACIONAL DE ANDALUSIES DE MORISCOS (MARRUECOS, ESPAÑA Y PORTUGAL) EN TANGER
Tánger, del 4 al 10 de abril del 2014
Los andalusíes sometidos a la conversión forzosa, habitualmente designados por las fuentes archivísticas españolas y por la historiografía occidental como «moriscos» – con la intención de erradicar sus raíces andalusíes - han sido objeto de miles de estudios trabajos de investigación que se enmarcan en el ámbito de la Historia Moderna de España. Como es conocido, gran parte de aquellos andalusíes fueron expulsados de su país hacia Marruecos, donde se establecieron, conservando su linaje hasta la actualidad. Sin embargo, y a pesar de su posición en el tejido social de este país y el papel desempeñado en la revalorización de los aspectos de su vida cultural y artística, a su imagen no se le ha rendido el tributo que bien se merece en las páginas de la Historia Moderna de Marruecos.
Entendemos que ha llegado el momento de superar los impedimentos epistemológicos que sumergieron este tema en un mar de confusas disensiones, heredadas de tenebrosos siglos pasados, y emprender, todos juntos, marroquíes, españoles y portugueses, el reexamen de este doloroso capítulo de nuestra historia común, conforme a las normas de la investigación científica en vigor. Recordemos a este respecto que fue en el año 2009 cuando se dio el primer paso en este sentido, coincidiendo esta efeméride con el cuarto centenario de la expulsión de los conversos del reino de Valencia, convirtiéndola en un momento de reflexión que fuera aprovechado por la Fundación al-Idrisi Hispano Marroquí, el Centro Cultural Islámico de Valencia, la Universidad de Valencia y otras instituciones, para la celebración de un congreso internacional en la capital del Turia.
Investigadores actuales como:
Amparo Sánchez Rosell del Centro de Estudios Islámicos de Valencia
Trevor J. Dadson, de la Universidad de Londres.
Bernard Vicent, de la Universidad de París.
Antonio Manuel Rodríguez Ramos, de la Universidad de Córdoba.
Hafida el Baglouli, del Consejo Científico de Tánger.
Enrique Pérez Cañamares, Conservador de Museos de la Diputación de Valencia.
Ingrid Bejarano Escamilla, de la Universidad de Sevilla.

II CONGRESO INTERNACIONAL DE DESCENDIENTES DE MORISCOS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL, CELEBRADO EN OJOS, MURCIA, DURANTE LOS DIAS DEL 23 AL 26 DE ABRIL DE 2015

Memoria 
      Los andalusíes “moriscos”, mudéjares moriscos, granadinos,  antiguos, o simplemente los moriscos como se les denomina en los  documentos oficiales y la literatura de la época, siguen dando lugar  a un número creciente de trabajos de investigación, dedicados a  poner luz en este largo e importante período de tiempo, cuyos  avatares marcaron, sin duda, la historia de los países del Sur de  Europa y el Magreb.  Los estudios de microhistoria de las villas y localidades con  presencia de comunidades moriscas han proliferado en los últimos  años y constituyen un paso mas para comprender las similitudes y  diferencias entre grupos regionales, clases sociales e individuos, subsumidos muchas veces bajo el genérico “moriscos”. 
                                        
      Pero donde las investigaciones se complican, es precisamente en el   momento de la expulsión de 1609/1614. Es ante ese momento crítico  en el que la Monarquía de Felipe III forzó al exilio y la deportación  a una masa tan significativa de población, cuando aparecen la   multiplicidad de situaciones, casuísticas e incógnitas, que exigen  cuestionar, críticamente a veces, los datos proporcionados por los  propios agentes de la expulsión y los cronistas interesados de la  época. 
      El destino de los expulsos, o el de aquellos que eludieron la  expulsión, los itinerarios y las formas y lugares de sus asentamientos  en los nuevos países de acogida, la continuidad identitaria de sus  descendientes en una y otra orilla del Mediterráneo, todo ello sigue   abriendo nuevas puertas a los investigadores en una tarea que sin  duda dará nuevas perspectivas en los próximos años. 
      Atendiendo a estas tareas investigadoras, Ojós y el Valle de Ricote, pero no sólo ellos, son un excelente marco geográfico y humano  donde llevar a cabo este II Congreso. 
                                                           
Investigadores (entre otros):
Santiago Otero Mondéjar de la Universidad de Córdoba.
Luis Bernabé Pons, de la Universidad de Alicante.
Esteban Mira Caballos, de la Universidad de Sevilla.
Mohamed Aouini, de la Universidad de la Manouba de Túnez.


LITERATURA Y MORISCOS
La literatura morisca
La mayor parte de los textos narrativos moriscos que nos han llegado son recreaciones de fuentes árabes, vertidas en un castellano sensorial y emocionante, muy próximo del lenguaje hablado, capaz de conmovernos todavía igual que fascinaban entonces, cuando estos libros se leían en los corros donde los moriscos de todas las edades se congregaban a escuchar y a “holgarse” con la historia de la ciudad de alambre y los genios expulsados por Salomón, o la leyenda de la doncella Carcayona, a quien su padre manda cortar las manos por hacerse musulmana. Los elementos de ficción se alían con la intención didáctica de modo inextricable, como puede apreciarse de modo singular en el Alkitab de Samarqandí, delicadamente iluminado, que ha sido incluido por la Biblioteca Nacional en su Biblioteca Digital Hispánica. La intensidad literaria está presente incluso en los libros de “castigos” o consejos, como el Alkiteb de Preicas. La narración es inherente en esta cultura a la explicación de cómo regirse en el mundo, y por ello los personajes bíblicos mencionados en el Corán cobran nueva vida en estas narraciones, acercándonos sus pensares y sentires en una fusión de la tradición islámica con antiguos relatos de transmisión oral. El profeta Mahoma es el protagonista de numerosos relatos, especialmente en el Libro de las Luces, del que se nos han conservado varios ejemplares. Un lugar aparte ocupa la poesía morisca, de la que se muestran aquí dos textos destacados del inicio y del final de la literatura morisca: el Poema de Yúçuf, de resonancias medievales, que narra en verso la historia de José, y el Poema de la Luz de Mohamad Rabadán, poeta interesantísimo del exilio que merecería, igual que los otros escritos moriscos aquí recogidos, entrar finalmente en los libros de texto de la literatura española.
NOVELA MORISCA
·       Novela morisca propiamente dicha:
·       Novela fronteriza (como El Abencerraje).
·       Novela granadina (Guerras civiles de Granada (1595) de Ginés Pérez de Hita y Ozmín y Daraja, intercalada en el Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán)
·       Novela de cautiverio, como la Historia del cautivo incluida en la primera parte del Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, quien también incluyó novelas de cautivos en La Galatea, las Novelas ejemplares y en Persiles y Sigismunda.
·       Romancero moriscos, como los romances compuestos por Lope de Vega y Pedro Horquilla con obras como Amor de celosía y El musulmán granadí.

Obras de autor conocido:

Obras de autor incierto:

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EL ROMANCERO MORISCO, UNA GRAN APORTACIÓN A LA LITERATURA CASTELLA DE LA EDAD MODERNA        
(tema ya aportado, que sirve como complemento)                                                 
“Peor lo sucedido a otro natural de un lugar de La Mancha, bien principal, que por su honor pasó en silencio; porque así como los buenos honran los Pueblos, así los malos los deshonran y manchan con sus pecados. Éste, pues, se aficionó tan ciegamente de una Morisca de su tierra, que no dudó desterrarse della y de toda España por gozarla. Partió con ella junto a los moriscos desterrados y caminó con ellos a Berbería, dejando padre, madre, parientes, hacienda y posesiones; no por Cristo como lo aconseja el Evangelio sino por Satanás…”                     

Claro y conciso texto, al hilo de la cuestión, que nos sirve de preámbulo a este ensayo de profunda Historia Social que pretende valorar el estudio de un Romancero Morisco propio de una minoría imbricada de lleno en esa caracterización religioso-jurídica y que, como tal, tuvo que afrontar los graves y constantes problemas de esa pluralidad étnico-religioso-cultural de la sociedad hispánica del medievo en uno de los hechos más esenciales con que hay que contar para el completo estudio de nuestra historia.
La determinación del grupo étnico, en el caso de los moriscos se hace, en gran parte, a base de criterios religiosos. Criterios de una índole muy particular y, distintos, hasta cierto punto, de los que sirvieron para distinguir a los mudéjares (que, en parte, fueron sus antepasados) y a los mozárabes, que vivieron antes todavía y en una situación inversa.
La tolerancia religiosa no es, sin embargo, “flor” que en principio podamos considerar propia de un medio sentimental y consuetudinario como el medieval. Estudiando la historia española, no obstante, resulta paradójico comprobar (primera de las paradojas con que hemos de encontrarnos a lo largo de cualquier estudio que se haga sobre el tema) que sean los tiempos nuevos los que vengan a romper con aquel principio, imponiendo el de la unidad religiosa –aun a fortiori- como esencial, junto con otros, de toda unidad nacional.
 Paradójico sería también, la controversia generada en el estudio conceptual que los propios textos literarios, tanto los políticos y religiosos como los propiamente lingüísticos nos aportan, donde el contrasentido siempre lo definió el particular modo de visión que de esa minoría, igual que de otras, se tenía. Pero cierto es, que el problema morisco tan enraizado en la cultura cristiana del momento, albergó su propia identidad cultural que, bien estudiada, enriqueció el panorama literario del Romancero castellano. De ahí ese contrasentido elevado al hilo de la paradoja por cuanto una minoría que hablaba en “algarabía” y se expresaba en “aljamía” pudo ofrecer esa singularidad especial de un Romance morisco, aceptado y admitido en el contenido cultural de siglos posteriores con ese profundo personalismo que le definiera.
El saber algarabía era, pues, un signo de pureza de estirpe confiándose más en aquel que lo hablaba: 
            …hablóme en algarabía
                         como aquel que bien lo sabe.
Y ello, me lleva a entender que esta minoría, la morisca y su interrelación, es uno de los hechos más atractivos y, sin duda, crucial para entender la vida, la sociedad, la religiosidad, la economía y la cultura española del siglo XVI e incluso, parte del XVII. Un grupo marginado, tanto étnica como culturalmente, es un instrumento idóneo para la comprensión determinada en un espacio y un tiempo concretos. Si a esto añadimos que esta minoría fuese objeto de una peculiar visión literaria dentro del romancero castellano y, por ende, español, queda claro el porqué de un ensayo que aborde con sutileza y rigor este contenido.
La caracterización religioso-jurídica que nos dan teólogos y magistrados, los mismos procesos inquisitoriales y los censos, se unen a un intento sistemático de caracterización literaria, debido a hombres de categoría muy distinta: desde autores de muy poca valía a hombres como Cervantes o Lope de Vega. Esta caracterización tendrá facetas muy varias e irán desde lo terrorífico y diabólico a lo burlesco, pasando por lo que puede considerarse como objetivo descriptivo, mejor o peor observado. Ahí está gran parte del enfoque de este trabajo y, sobre todo, la particularidad personalista que generará el trato literario dentro del Romancero, género popular y costumbrista de nuestra España medieval y moderna.

La Literatura de los Mudéjares de Castilla en este periodo.
           Antes del reinado del conquistador de Toledo, Alfonso VI, no encontramos trabajos literarios entre los árabes sometidos como consecuencia de su significación social bajo los cristianos. Sin embargo, en la propia corte toledana se conservaba una fuerte tradición de literatura aljamiada donde la lengua latina alternaba con el idioma arábigo, usado también por los propios cristianos en sellos y cifras. Entre los grandes escritores árabes del momento destaca el gran poeta e historiador de Guadalajara, Al-Hixari, el cual escribió gran parte de su obra encontrándose cautivo entre los propios cristianos, así como el toledano Al-Sanri quien, con antelación al año 1077, ya iniciara su prolífica obra literaria.
La existencia de una escuela toledana de alta producción literaria durante el siglo IX queda perfectamente constatada en los documentos de época, así como la asimilación de la misma en los reinados de Alfonso VI,  Fernando  y de su propio hijo, manteniendo de esa manera la cultura literaria entre los mudéjares de Uclés, Guadalajara, Talavera y otros lugares del reino.
Cuando se produce la conquista es difícil  conocer qué escritores árabes se van a incorporar a la sociedad castellana y quiénes decidirán emigrar a Extremadura y Andalucía.
A los dos grandes escritores citados anteriormente, deberíamos añadir el escritor Al-Togibi, afincado en Uclés, cuya obra “Comentario á la Llama” sirvió para muchos correligionarios como el libro de meditación por excelencia.
La llegada al trono de Alfonso VII potenció, si cabe, el desarrollo literario de los mudéjares castellanos. En virtud de su tolerancia florece en Guadalajara el ilustre literato Ben Muhammad conocido por “el Gramático”, así como también el escritor de viajes Al. Guachah Nafij.
No deja de llamar la atención en la literatura arábigo-mudéjar de esta época la importancia creciente de los maestros hebreos como depositarios de la ciencia árabe, importancia que sube de punto en la segunda escuela toledana.
Los manuscritos aljamiados.
La esperanza para los mudéjares, una vez reconquistadas los territorios, de librarse de sus señores cristianos, se desvaneció con la conquista de Granada en 1492; y, al no tolerarlos la Inquisición a no ser que se convirtiesen al catolicismo, muchos de ellos se vieron forzados a ceder, mientras que otros lo fingieron aunque secretamente siguieran siendo musulmanes. Estos eran los llamados moriscos. Al ser despreciados y objeto de sospechas, se les prohibió hablar árabe en público, practicar su religión y conservar sus costumbres. Bajo estas condiciones, los moriscos y mudéjares escribieron una literatura aljamiada en la lengua que mejor conocían, un dialecto del español, empleando temas islámicos concernientes a la religión y a los hechos históricos de sus antepasados. Esta literatura fue probablemente escrita por eruditos religiosos y maestros con objeto de conservar vivas las grandes tradiciones islámicas.
El vocablo español aljamiado o aljamía es una corrupción del árabe achamiyyah (extranjero) y, en general, la expresión árabe acham y su derivado achamiyyah se aplicaban a las gentes cuya ascendencia no era árabe. En su actual connotación, aljamiado es la literatura escrita por los moriscos en sus propios dialectos españoles –castellano, gallego, catalán, aragonés, portugués y demás- empleando caracteres arábigos. La literatura aljamiada representa un fenómeno interesante. Escrita durante la mayor parte de los siglos XV y XVI, cuando la cultura arábiga ya declinaba y los musulmanes de la península ibérica eran objeto de toda suerte de restricciones y persecuciones, la literatura aljamiada fue escrita por fieles devotos del Islam que deseaban preservar su herencia espiritual y transmitirla a aquellos que habían olvidado la lengua árabe.
La literatura aljamiada brinda gran cantidad de posibilidades tanto al arabista como al hispanista. El primero hallará en ella no solo la escritura arábiga, sino también temas árabes impregnados de pensamiento y creencia islámicos; y el segundo constatará que el lenguaje de los moriscos era el romance, que contiene datos valiosos para conocer la fonética, la sintaxis y la morfología del español antiguo o cualquier dialecto del mismo.
No sabemos a ciencia cierta cuando empezaron a emplearse los caracteres árabes para escribir en romance. Quizás fue ya en el siglo XI entre los mozárabes y los judíos que, al igual que los persas y después los turcos, afganos e indios musulmanes, los usaron para escribir en sus propias lenguas. Pero para los moriscos, los caracteres arábigos estaban quizás asociados al Islam y el glorioso pasado árabe, siendo, por lo tanto, sagrados para ellos.
Los textos aljamiados tienen arcaísmos, expresiones locales, variaciones locales y dialectales y una serie de arabismos léxicos y sintácticos; traducciones literales de frases hechas árabes, expresiones árabes; un profuso empleo de la conjunción waw = por qué.
Se puede argumentar que el empleo de los caracteres árabes para escribir en un dialecto español no solamente tenía el propósito de educar a los jóvenes en la religión y las costumbres de sus antepasados, sino que al mismo tiempo ayudaba a salvar los múltiples obstáculos de un entorno hostil; ya que, a pesar de las grandes limitaciones de que eran objeto, los moriscos continuaron interesándose por los temas islámicos, empleando los caracteres árabes como símbolo de su identidad.
Cuando se descubrió en Almonacid de la Sierra (Albacete) toda una biblioteca morisca permitió conocer un tipo de literatura singular. La costumbre de escribir en aljamiado comenzó mucho antes de la toma de Granada y tomarían el relevo de los manuscritos en árabe al faltar conocimientos suficientes de la propia lengua por parte de los alfaquíes (incluso los moriscos de las regiones en las que todavía se hablaba árabe en el siglo XVI, eran incapaces de comprender los textos escritos en árabe literario).
Pero, ¿por qué conservar los caracteres árabes? Podría verse en ello un reflejo de defensa frente al proselitismo cristiano; por deseo de disimulo, quizá, y sobre todo por necesidad de conservar, al menos, la caligrafía del texto sagrado, último vestigio de la cultura islámica. En efecto, si la instrucción religiosa de los moriscos no fue emprendida sistemáticamente hasta el siglo XVI, el deseo de convertir fue muy vivo desde el comienzo de la reconquista. Uno de los más antiguos documentos conocidos a este respecto es una respuesta –muy condescendiente- enviada hacia 1078 a un “monje de Francia” sin duda cluniacense, repuesta provocada por dos cartas cristianas misioneras.
Por otra parte las controversias religiosas conducidas por iniciativa cristiana con el fin de convertir a judíos o musulmanes fueron manifestaciones normales en la España medieval.
El ejemplo más típico de esta literatura aljamiada será un manuscrito escrito por Juan Alonso Aragonés, morisco aragonés que, residía en Túnez en el momento de la expulsión pero que antes había vivido mucho tiempo en Toledo, ciudad donde conoció perfectamente la convivencia cristiano- morisca y su complejidad, desarrollando allí gran parte de su “Romance poético”.
Este largo escrito es un testimonio suplementario de la gran cultura del autor, cultura profana y clásica en primer lugar cuando se dirige a España, acusando a los cristianos y la cultura religiosa en segundo lugar, al demostrar su perfecto conocimiento de la Biblia.
Cuerno maldito español
pestífero como cerbero
que estas con tres cabezas
e la puerta del ynfierno.
Por diecisiete lugares
de buestro mesmo evangelio
probaremos claramente
siendo necesario azerlo.

Por tanto, y a modo de conclusión podríamos decir que la mayor parte de los manuscritos aljamiados, árabes o españoles, son del siglo XVI y nos describen un cuadro de cultura religiosa de los moriscos viviendo en la médula de la sociedad cristiana.
Para un buen estudio de estos manuscritos habría que enfocarlo desde la doble perspectiva que confirma el ideal lingüístico del árabe como expresión adecuada del pensamiento religioso musulmán y la realidad del castellano, teñido de mayor o menor dialectal, en el que diariamente se comunicaban los propios moriscos castellanos y aragoneses, como resultado de varios siglos de convivencia entre aquellos que sólo, quizá, las creencias hicieran diferenciar.
El castellano será la lengua en la que serán traducidos y redactados, pero lo curioso es que al ir dirigidos a grupos sociales árabes de raíz pero que casi habían olvidado su propia lengua, era necesario traducirles o explicarles determinados arabismos léxicos para que pudieran entenderlos.
Nos podríamos entonces preguntar, ¿porqué el uso del árabe, muchas veces riguroso, en estos textos aljamiados?
La respuesta vendría determinada en que el contenido que quieren expresar, meramente religioso, tiene ese fuerte carácter espiritual que superaba a las razones lingüísticas (el Corán y su liturgia)
Otra característica diferenciadora sería el uso de términos o fórmulas que dan un matiz especial al contenido espiritual y referencial y que suelen hacerse comunes.
En los textos aljamiados vamos a encontrar un número importante de voces de aparición frecuente, comunes a todos los textos inclusive los menos arabizantes cuya fonética está adaptada al romance y están integrados gramaticalmente en él.
Son términos pertenecientes a la lengua común cotidiana de los propios moriscos. Aunque etimológicamente sean de origen árabe, estos vocablos fueron absorbidos por el castellano y semánticamente estructurados.
Es posible que los moriscos españoles estuvieran dotados de un habla casi jergal pero que a veces reprimirían al relacionarse con otros miembros de la comunidad para evitar así ser descubiertos en su práctica clara del Islam y ser objeto de denuncias inquisitoriales.
Al revés, en esa influencia del romance castellano al árabe, en los aljamiados va a depender de la región en la que se desarrolle, por ejemplo el yeísmo, o el timbre cinceante de la z española, la sorda c-z, etc.
Por lo tanto y, en cierto modo, la lengua de los manuscritos aljamiados presenta algunos rasgos comunes que la aproximan a la categoría de lengua especial.
Su característica de lengua unilateral utilizada solo internamente en el comunidad, y no nacer de la necesidad sentida de sus individuos para hablar como era el castellano que bien lo utilizaban para comunicarse oralmente y habitualmente, le determina el que su uso fuese muy exclusivo y es posible hasta que no lo hablasen nunca.
No es, por tanto, una lengua de jerga común como hemos dicho anteriormente, porque solamente está adscrita a un grupo marginado, los moriscos, y eran obras clandestinas que, por su carácter islámico, no trascendían al resto de la sociedad.
Podríamos para finalizar este apartado hacer dos observaciones. En primer lugar la polémica implícita en estos manuscritos aljamiados, a pesar de su aspecto intelectual,  se nos presenta como un género de carácter popular; estos manuscritos están destinados al pueblo; los autores que suelen guardar el anonimato en la mayor parte de los casos, no son muy numerosos y tampoco dudan en copiarse los unos a los otros. Se busca ante todo, la eficacia, sin preocuparse por la originalidad. El caso comentado de Juan Alonso es uno de los más interesantes ya que nos confirma que ser morisco es un hecho religioso puesto que, de origen cristiano, es morisco por su conversión.

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